El pronóstico de la hemocromatosis depende, en gran medida, de la detección temprana de la enfermedad. Si bien en verdad que muchas personas afectadas por esta enfermedad no llegan a manifestar nunca los síntomas, lo cierto es que cuanto antes se diagnostique y se trate más se reduce la posibilidad de graves desenlaces de la misma.

La hemocromatosis se produce cuando el intestino absorbe más hierro del que debería por la ingesta de alimentos y el organismo no es capaz de eliminarlo. Este viene provocado por la mutación de un gen, que tiene como función fabricar la proteína que nivela la absorción de hierro. Se trata de una enfermedad hereditaria, ya que este gen mutado llega tanto por parte del padre como de la madre. Este gen mutado hace que el cuerpo asimile el hierro sin control ninguno y en exceso. Esta sobre carga produce daños importantes en distinto órganos y articulaciones. Y, si no se pone remedio a esta acumulación, acaba dando lugar a enfermedades graves como cáncer, cirrosis, patologías cardíacas, etc.

La hemocromatosis afecta, sobre todo, a los hombres a partir de los 30 y su incidencia se intensifica a partir los 50. Suele darse en personas de raza caucásica. Las mujeres lo sufren menos y más tarde, ya que la menstruación produce una liberación de parte del hierro acumulado en el organismo. No obstante, a la hora de desarrollarla o no, intervienen otros factores externos. Es el caso de el consumo de alcohol, tener el hígado graso y una dieta con mayor o menor cantidad de hierro. Además, recibir una exceso de transfusiones durante la vida, a causa de diversas enfermedades, también provoca un aumento del hierro en el cuerpo. También hay una versión juvenil de la enfermedad, producida por la mutación o alteración de otros genes. Pero realmente es mucho menos frecuente.

Para profundizar en las cuestiones relacionadas con el pronóstico de esta enfermedad, hay que conocer algunos detalles de la misma. Como el gen mutado no permite generar la proteína que controla la absorción de hierro, el organismo lo acumula durante años. Al principio, los síntomas son muy difíciles de relacionar con esta patología,. Puede haber, por ejemplo, un oscurecimiento de la piel, caída de cabello y aparición de arañas vasculares. También un aumento del tamaño del hígado, diabetes, o dolores abdominales o articulares. Y una falta de apetito sexual o síntomas de impotencia en los varones, provocados por la alteración de las hormonas que estimulan los órganos sexuales. Con el tiempo y la acumulación mayor de hierro, los síntomas se agravan y pueden degenerar en cirrosis, cáncer de hígado miocardiopatía, arritmias y otras patologías graves relacionadas con el corazón.

Por todo ello, como decíamos, cuanto antes se diagnostique mucho mejor. Lo primero que hay que mirar son los antecedentes familiares, ya que se trata de una enfermedad hereditaria. También si en nuestro historial familiar hay casos de enfermedades de hígado, diabetes y corazón, ya que esto nos puede ayudar a atar cabos. Para una confirmación concluyente necesitamos una análisis de sangre centrado en los depósitos de hierro saturados y un estudio genético.

Si el diagnóstico es temprano, la esperanza de vida suele equipararse a la del resto de la población. Pero, en fases avanzadas de la enfermedad suele haberse producido daños en órganos como el hígado, el páncreas o el corazón. En este caso, sólo podemos pedirle al tratamiento que mejore nuestros problemas de salud o que ralentice su avance. Con todo, hay enfermedades como la cirrosis que no tienen solución. Por lo tanto, un diagnostico precoz y un cuidado preventivo a través de nuestra dieta pueden ser nuestras mejores armas.