El exceso de hierro en el cuerpo da origen a la hemocromatosis y su tratamiento varía en función del origen y la tipología de esta enfermedad. Si es de tipo hereditario o primaria, la sobrecarga férrica se produce a través de la absorción intestinal que va creciendo durante toda la vida. Por eso, la única solución en estos casos es practicar flebotomías, a no ser que el enfermo padezca anemia o esta práctica esté expresamente desaconsejada por cualquier otro motivo. En estos casos se optaría por los quelantes del hierro. Si, por el contrario la hemocromatosis es adquirida o secundaria, el enfermo acumula exceso de hierro por las transfusiones periódicas que recibe. Y las recibe, muy probablemente, porque padece anemia crónica grave. Con lo cual, quedan descartadas las flebotomías y se recurre directamente a los quelantes del hierro.

Analicemos uno y otro método porque, probablemente, ninguno de ellos es muy conocido por la opinión pública en general.

La flebotomía es un tratamiento que viene de muy antiguo. Quién no ha oído hablar en  novelas y películas de las famosas sangrías que el médico prescribía para curarlo prácticamente todo. Sobre todo en la Edad Media. Se trata de un corte que se realiza en la vena periférica para la extracción de sangre. Suele practicarse con una s para recoger la sangre, parecida a la que se utilizan en las transfusiones. Actualmente, sólo se utilizan como remedio para enfermedades como la hemocromatosis. Normalmente se sacan 450 mililitros de sangre, lo cual equivale a 0’2 gramos de hierro. El proceso se repite una vez a la semana y, a la larga, se suele conseguir bajar los niveles de hierro del paciente.

La flebotomía suele recomendarse cuando los niveles de ferritina superan los 300 microgramos por litro, en el caso de los hombres y los 200 en el de las mujeres. El objetivo es conseguir un nivel de menos de 50 microgramos por litro y se suele controlar cada pocas extracciones para evitar provocar justo el efecto contrario al que buscamos: una anemia. Los enfermos suelen tolerar muy bien esta práctica y, una vez alcanzados los niveles adecuados de hierro, la flebotomía se repite cada cierto tiempo durante toda la vida del paciente. Por cierto, ahora el debate está en la conveniencia o no de utilizar la sangre procedente de las flebotomías para transfusiones de sangre. Pero aún hay que resolver algunas cuestiones legales al respecto.

En cuanto a la hemocromatosis secundaria, se trata con un medicamento llamado deferoxamina, un quelante del hierro utilizado en medicina de todo el mundo desde hace varias décadas. Está comprobada su eficacia para frenar la evolución de la enfermedad y sus trágicas consecuencias. Este fármaco se puede administrar con una inyección intramuscular por goteo lento, ya que no se absorbe bien por vía oral. Presenta posibles efectos secundarios de tipo alérgico y problemas en ojos y oídos que pueden llegar a ser graves. Este fármaco actúa uniéndose al hierro y colaborando en su expulsión fisiológica a través de la bilis y la orina. Su dosificación habitual suele realizarse en periodos de entre 8 y 12 horas y se repite varias veces por semana. Este tipo de dosificación resulta un problema, ya que muchos pacientes no se ven capaces de continuar el tratamiento con regularidad y acaban por abandonarlo a los pocos meses de haberlo comenzado. Precisamente por este motivo, las empresas farmacológicas continúan trabajando para encontrar un sustituto, otro quelante de hierro que pueda administrarse vía oral y que tenga efectos parecidos al anterior.

De hecho, existe otro producto llamado deferiprona que se aplica en caso que la desferoxamina no funcione. Su uso sólo está aprobado en Europa, pero no en Estados Unidos o en Canadá. Su administración es fácil pero la realidad es que su eficacia no iguala la del otro fármaco. Por otro lado, todavía no se ha probado con niños por lo que aún se encuentra en una fase de desarrollo. Sin embargo, en Estados Unidos sí que está aprobado el uso de otro fármaco para luchar contra la sobrecarga de hierro derivada de las transfusiones. Es el Deferasirox y el paciente debe tomarlo diariamente,  por vía oral. Recientemente también ha recibido el visto bueno en Europa y en nuestro país, donde ha sido autorizado por Sanidad.

Son unos comprimidos que se diluyen en agua u otros líquidos y se toma una vez al día. Los ensayos clínicos demuestran que ayuda a reducir la concentración de hierro en los niños con diagnóstico de distintos tipos de anemias. No obstante, también se registraron efectos secundarios como  vómitos, dolor abdominal, diarreas, náuseas, etc. También hubo algunos casos de alteraciones oculares y de oídos, pero su tolerancia, en general, fue positiva. La conclusión es que hay muchas esperanzas en el tratamiento con este fármaco de pacientes con anemia secundaria, pero las precauciones todavía deben ser muchas en este campo.