Si sufres hemocromatosis, es muy posible que alguna te hayas preguntado cual es el origen remoto de esta enfermedad. Pues bien, hay teorías que apuntan a que fueron los vikingos o los celtas lo que pudieron transmitir esta patología a las nativas de las zonas que conquistaban.
Se trata de una curiosa hipótesis que, por lo visto, cuenta con muchos defensores. Enseguida nos ocupamos de desarrollarla, pero antes, recordemos qué es la hemocromatosis y cuáles son sus efectos en el cuerpo de las personas.
¿Qué es la hemocromatosis?
Si hablamos de hemocromatosis hereditaria, es un desorden en el metabolismo del hierro muy común en las poblaciones europeas. Se produce cuando hay sobrecarga del hierro y se asocia con la mutación del gen HFE.
Esta mutación está descrita en poblaciones que descienden de los celtas, también conocidos como vikingos, procedentes del norte de Europa desde hace más de 2.000 años. Actualmente, esta mutación se detecta en 5 de cada 1.000 personas descendientes de europeos.
La mutación de este gen provoca la absorción alarmante de hierro en el organismo, depositándose en órganos como el hígado, el páncreas, el corazón o, también, en las articulaciones. En cualquier caso, si no se trata a tiempo puede provocar daños irreversibles en estos órganos o degenerar en enfermedades como diabetes, cardiopatías, cirrosis o cáncer de hígado.
Su diagnóstico es difícil, ya que los síntomas suelen relacionarse primero con otras enfermedades. Pero, si es hereditaria, puede alertar a las personas susceptibles de padecerla e inducirlas a realizarse estudios genéticos que la puedan diagnosticar a tiempo.
El tratamiento suele consistir en la realización de flebotomías de manera regular, para eliminar los depósitos de hierro acumulado.
La teoría de la hemocromatosis y los vikingos.
Se sospecha que este gen mutó hace más de 2.000 años en una persona rubia, de piel clara, de raza caucásica, extendiéndose de forma rápida entre las tribus celtas. El motivo es que esta alteración acumulaba hierro en el organismo, lo que pudo ser muy útil en épocas de hambruna o cuando había poca caza. Se sospecha que si, efectivamente, no había demasiada carne roja, la población hubiera padecido anemias que pudieron evitarse por la hemocromatosis hereditaria. Los científicos calculan que esta patología puede haber sido transmitida a lo largo de más de 100 generaciones, hasta nuestros días.
La enfermedad pudo llegar a través de los celtas o, por mar, traída por los vikingos un poco más tarde. Se sospecha que los invasores violaban a las nativas de la época al pisar tierra y fueron dejando a su paso el rastro de la hemocromatosis. Esta teoría se basa en que los estudios genéticos demuestran que la mutación del gen es más habitual cuanto más al norte de Europa: Escandinavia, Irlanda y Bretaña. En España, los expertos dicen que la mayor incidencia de la enfermedad se encuentra en Galicia, además de al norte de Portugal.
El rastreo histórico de la mutación del gen.
Es curioso que en esas zonas de la península se de una mayor incidencia de la alteración de la C282Y en el gen HFE, mientras que en el resto de España se detecta que prevalece la mutación H63D, también relacionada con la hemocromatosis. Es en España el lugar del mundo donde más se detecta esta anomalía, excluida Galicia. Y son los vascos lo que, curiosamente, los que más la padecen. Con lo cual, se puede deducir que el origen de una alteración y de otra en nuestro país es distinto.
Por otro lado, la mutación que afecta a Galicia se considera más peligrosa porque presenta mayor posibilidad de desarrollar hemocromatosis.
Pero hay más datos curiosos, relacionados con el origen y la prevalencia de esta enfermedad. Y es que no hay personas afectadas de hemocromatosis entre la raza negra o la asiática. En definitiva, la mutación del gen está asociado a la raza blanca.
En cuanto a sexos, la mujer suele desarrollar menos esta enfermedad porque el exceso de hierro se suele compensar con la menstruación. Recordemos que las flebotomías, extracción regular de determinada cantidad de sangre del cuerpo, son el único medio efectivo para controlar la enfermedad.